domingo, 24 de octubre de 2010

Hitchcock anda suelto

Pues sí. Siempre ha habido pájaros en el barrio de Casa de Campo y, para mí, forma parte de su encanto. Pero últimamente hay algunas escenas dignas de la famosa película. El origen está en el crecimiento que ha experimentado la población de grajillas (Corvus monedula) que, si bien siempre ha sido un ave común, en los últimos tiempos es omnipresente. No estoy seguro de que la haya crecido la población reproductora pero no cabe duda de que los individuos en invernada sí que son mucho más numerosos que en años anteriores. Los que lleven más tiempo en el barrio y se hayan fijado, me lo podrán confirmar o corregirme. ¿Y por qué hay más? Ni idea. Tal vez haya crecido su población de forma global y por eso sus concentraciones son más grandes, puede que hayan descubierto que el barrio es mejor residencia que otros sitios... muchos cambios positivos o negativos aquí o a decenas de kilómetros (o muchísimo más lejos) pueden modificar el patrón de conducta y demografía de una especie.


Grajillas en una antena de Comandante Fortea

Desde hace semanas observamos desde mi casa singulares batallas entre grajillas y urracas (Pica pica) para ocupar algunas antenas, árboles y tejados a nuestro alrededor. A última hora de la tarde las urracas ocupan el tejado de Comandante Fortea con Santa Comba y disfrutan su posición en exclusiva durante bastantes minutos. Puede que llegue a media hora. Incluso se las ve sobre antenas y altos chopos. Pero, ¡ay!, su gloria es efímera. Enormes bandos de grajillas llegan por todas partes, las desalojan de antenas y ramas y toman parte del tejado, acantonandose las urracas en zonas concretas. En las primeras observaciones de estos hechos ambas especies desplegaban más agresividad, sin llegar nunca a la agresión física directa. Más bien se traducía en revoloteos, graznar de ambos bandos y el juego de las grajillas cercando a urracas que quedaban solitarias. De un tiempo a esta parte cada especie ocupa su zona del tejado de forma automática. Podemos decir que han llegado a un nuevo equilibrio de fuerzas.

Urracas y grajillas tomando posiciones

Claro que, con certeza, las grajillas se lo piensan dos veces antes de extender sus dominios a costa de las urracas. Ambas especies y los córvidos en general -familia a la que pertencen- se cuentan entre las aves más inteligentes y con comportamientos más complejos.  Las grajillas, por ejemplo, tienen un sentido comunitario muy marcado. Defendiéndose colectivamente de otras especies e, incluso, cediéndose alimento entre adultos no emparejados. En cuanto a las urracas, hace un par de años la revista Quercus, decana de la divulgación ambiental en España, informaba sobre la conducta de una población de esta especie en Alcalá de Henares especializada en la caza de murciélagos. Los integrantes de la comunidad se apostan al atardecer en torno a las oquedades que ocupan sus presas y, de forma bien coordinada, los atacan según van saliendo. Es un comportamiento que no se había registrado hasta ahora entre las urracas. 

Grajillas volando al atardecer


Todavía queda mucho por descubrir y explicar sobre la conducta de los córvidos; un grupo de aves que, personalmente, me fascina. Otras especies de córvidos que podemos ver en nuestro entorno inmediato son la corneja negra (Corvus corone), el más escaso cuervo (Corvus corax), el bello rabilargo (Cyanopica cyanus) o el arrendajo (Garrulus glandarius). Es fácil ver alguna corneja en la Casa de Campo o el Pardo, o en el mismo casco urbano. Los rabilargos se observan en los encinares de El Pardo. Pero también es posible en la Casa de Campo, si no me engaño. El arrendajo gusta de arboledas algo espesas. Vive en algunos parques de Madrid y seguramente en los sotos con fresnos de la Casa de Campo. En cuanto al cuervo, un ave menos común de lo que se suele pensar, la verdad es que no recuerdo haber visto ninguno por aquí cerca, pero debería ser posible encontrarlo en El Pardo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Meteoros

No es que el barrio de Casa de Campo tenga nada especial respecto al clima. O quizá sí. Al menos, la diferencia de temperatura las mañanas de invierno entre esta zona junto al Manzanares y el centro de la ciudad puede llegar a ser de seis grados. Y todo el mundo lo nota. Sin ser un experto en la materia diré que esta diferencia no se justifica, como dicen muchas vecinos, por estar junto al río. Estar en la ribera lo que incrementa en la humedad ambiental y la sensación de frío pero, lo que realmente hace descender el termómetro, además de el estar alejado de los principales focos de calor y los espacios más cerrados de la ciudad, es la orografía.


Cielo al atardecer el 13 de octubre de 2010
 El aire frío, al ser más denso, pesa más, y busca durante las madrugadas tranquilas los fondos de valle. Esta circunstancia hace que, en muchos valles, las temperaturas medias y, sobre todo, las mínimas, sean mucho más bajas en los fondos de valle que en las laderas, lo que modifica a su vez la vegetación. De tal forma que especies que suelen habitar las zonas más altas, frías, ocupan los valles, y las de zonas más templadas se sitúan por encima. El fenómeno, denominado inversión térmica, llega a su extremo en algunas montañas de la República Checa, en cuyas vaguadas hiela incluso durante el verano, por lo que sólo pueden ser cubiertas por pastos y arbustos de alta montaña.



Ahora, unos datos sobre el clima de Madrid. Según la serie climatológica 1971-2000, la temperatura media anual es de 14,6º C; la media de las mínimas más baja corresponde al mes de enero (2,6ºC); la media de las máximas más elevada se registra en julio (31,2ºC); el número medio de horas de sol es de 2.769 al año; los días de helada son 16; los de tormenta, también 16 y la humedad relativa del aire es del 74 % en diciembre y del 39% en julio. Media: 57%. ´Todo esto son medias anuales. Y en este punto recuerdo lo que decía no sé qué director de cine italiano: "no creo en las estadísticas desde que un primo mío se ahogó en un río de medio metro de profundidad media", o algo así.


Doble arco iris en junio de 2009

A ojo de buen cubero yo diría que el número de días de helada en nuestro barrio duplica, al menos, la cifra que la Agencia Estatal de Meteorología (http://www.aemet.es/) indica para Madrid. Lo que no tendría nada de extraordinario. Al fín y al cabo, vivimos en una gran ciudad y la temperatura no puede ser la misma en el barrio de Salamanca que, por ejemplo, en Vallecas. Faltaría más.


Nevada en el invierno de 2008-2009

En cuanto a las imágenes, parece ser que la observación de un arco iris doble con la nitidez que puedimos verlo en junio de 2009 no es especialmente común. Más frecuentes se van haciendo la nevadas de cierta intensidad y persistencia los últimos inviernos. Sobre las nubes de la primera imágen, estoy intentando aprender a identificar los tipos de nube. Cuando tenga certeza sobre las de la foto, lo comentaré. Si alguien tiene alguna idea, por favor, que la aporte.

domingo, 3 de octubre de 2010

Árboles sagrados (o casi)

Seré breve. Ya los fenicios..........Pero no, no. Incluso antes, en torno al 2650 antes de Cristo el rey-dios Gilgamesh dejó su ciudad de Uruk, en la baja Mesopotamia, para luchar contra Khuwawa (o Khumbaba), el guardián del Bosque de Cedros (en los actuales Líbano y Siria). Esto, al menos, nos cuenta el Poema de Gilgamesh, primera epopeya de la humanidad; lo que convierte al cedro en uno de los primeros árboles en entrar en la historia. Con mayor o menor fantasía lo que nos transmiten los escribas mesopotámicos es que el control de la explotación de los bosques de cedro y su comercio desataron no pocos conflictos, ya que la calidad de su madera, en un entorno más bien estepario, lo convertía en un elemento estratégico para cualquier civilización que se preciara de serlo. Serían los cedros en la antigüedad a lo que hoy puede ser el uranio -en el sentido estratégico-, si no más.

Nuestro mundo se cubre con cuatro especies de cedro. El del Líbano (Cedrus libani) se distribuye, además de en este país, por Siria y Turquía. El cedro del Atlas (Cedrus atlantica) lo hace por Marruecos y Argelia, mientras que el de Chipre (Cedrus brevifolia) sólo en esta isla. Estas dos últimas especies están íntimamente emparentadas con el del Líbano. De tal forma que para algunos autores serían una única especie.Cierra la lista el cedro del Himalaya (Cedrus deodara) que cubre estas montañas y sus enormes estribaciones por el centro-sur de Asia.


Cedro del Atlas en el Parque del Oeste

Son coníferas, de hasta 40 metros o más de altura, resistentes al frío y que soportan las sequías estivales mediterráneas. Son especies muy utilizadas en jardinería y reforestación. Por todo Madrid es fácil encontrar cedros del Atlas. En la zona Oeste son magníficos los ejemplares del Campo del Moro y del Parque del Oeste. Asimismo, quien quiera ver un auténtico cedro del Líbano no tiene más que acercarse a la entrada principal del Museo del Prado.


Cedral de Azrou. Marruecos

He tenido el placer de andar por un cedral en el Atlas Medio marroquí, en el bosque de Azrou. Es una experiencia realmente curiosa. Estás en África, en un bosque de coníferas con árboles realmente grandes, y con monos que saltan por las ramas. Son unos elementos que, en conjunto, nos resultan un poco contradictorios. Estos bosques están poblados de forma natural por la mona de Gibraltar (Macaca sylvana). Aquí se ubicaba también una de las últimas poblaciones de leopardo del Atlas. Ahora extinto aquí pero redescubierto hace unos años por un equipo español en el Alto Atlas. En la foto se puede ver (con dificultad) a un par de amigos que nos permiten calcular la talla de los árboles.


Un fósil viviente redescubierto

En 1690 el científico alemán Kaempfer se convirtió en el primer europeo que veía ginkgos vivos. Muertos, es decir, fósiles, ya habían sido hallados. Porque el ginkgo (Ginkgo biloba) es el único representante de su grupo vegetal y las únicas especies cercanas que se le conocen vivieron hace 270 millones de años. Este árbol es una angiosperma y, por tanto, emparentado con las coníferas, de hoja caduca que puede medir 35 metros.


Ginkgo en el Parque del Oeste


Todo en el Ginkgo es raro, empezando por su nombre, que en chino significa, al parecer, albaricoque plateado. Se distribuye en China, Corea y Japón. Países en los que se tiene por sagrado, se le da uso medicinal y se cultiva desde tiempo inmemorial. Su porte piramidal resulta un tanto extraño para un árbol de hoja caduca. Tiene una extraña belleza, a mi criterio. Y no se si será consecuencia de conocer su origen asiático, pero parece realmente un diseño oriental.



Hojas

El carácter primitivo del ginkgo se suele ilustrar haciendo un pequeño corte en una de sus hojas. Éstas tienen forma de abanico y los nervios se extienden paralelos por toda la hoja, siguiendo su forma. Es decir, no cuentan con un nervio central que luego se distribuye en ramificaciones. De esta forma, al hacer una lesión en un punto cualquiera de la hoja la lesión es, en general, mucho mayor que si la hubiéramos hecho sobre una hoja "moderna". Espero que no haya una epidemia de "comprobadores" y nos quedemos sin ginkgos.



Ginkgo en un parque de Tokio. Tomado de wikipedia

Especie de jardinería en Asia desde hace siglos o milenios, ahora está extendida por parques y jardines de varias zonas del mundo, incluida España. En el barrio de Casa de Campo hay un ejemplar en el cruce de Comandante Fortea con Santa Olalla. Hay ejemplares jóvenes plantados en los nuevos parques del plan Madrid Río y, sobre todo, hay pies de más de 20 años distribuidos por el Parque del Oeste. Por último, comentar que podemos detectarlo por el olor, si pasamos lo bastante cerca. Sus frutos apestan.






viernes, 1 de octubre de 2010

Bichos grandes en la Casa de Campo

Recientemente varios medios de comunicación locales se han hecho eco de la mayor frecuencia de avistamientos de zorros (Vulpes vulpes) en la Casa de Campo. Aquí un ejemplo:

Yo, para ser franco, no he pasado de ver liebres, conejos o ardillas. O, a lo más, excrementos de algún pequeño carnívoro, como garduñas. Pero la extensión de la Casa de Campo, y su cercanía a El Pardo, permite que varios mamíferos salvajes, de cierta talla, deambulen por ella.



Así, la presencia de jabalíes (Sus scrofa) es más o menos regular. El perro de un vecino que pasea a diario por el gran parque levantó hace un par de meses un cochino. En los propios paneles informativos de la Casa de Campo incluyen al jabalí entre la fauna presente y, de vez en cuando, alguno se desmanda y se nos mete directamente en el barrio, como ocurrió en junio de 2007, cuando la policía municipal mató un verraco en la calle Santa Fé:


Otra cosa es el proyecto del Ayuntamiento de Madrid, hecho público en noviembre de 2007, de introducir gamos (Dama dama) en un recinto específico dentro del parque. De momento, que yo sepa, no se ha avanzado en este sentido. Y lo prefiero. Para mi gusto es un proyecto que peca un poco de "desarrollista".




A todos estos hechos o proyectos quiero unir una referencia histórica sobre la muerte de una loba (Canis lupus) en 1972 dentro de la Casa de Campo. Era un ejemplar divagante que debió venir desde alguna zona del Sistema Central.

La presencia de animales medianos en grandes parque periurbanos europeos no es infrecuente. Así, un gran parque en los alrededores de Londres cuenta con ciervos (Cervus elaphus). Y las afueras de Berlín, según parece, son zona de correrías para los lobos en los últimos años, gracias al incremento de su población centroeuropea.

Sobre todo este tema me gustaría aportar un par de reflexiones:
1.Para conocer con exactitud la presencia de estos animales habría que hacer un estudio específico (detectar rastros, fototrampeo, etc)
2. Nunca va a haber (y probablemente no deba, por cuestiones de seguridad y otras) una gran población de bichso grandes en la Casa de Campo.
3. Antes de crear recientos cerrados para introducir nuevos animales apuesto por mejorar el corredor biológico de facto que es la ribera del río desde El Pardo a la Casa de Campo.

Las fotos no son mías; son de uso libre por gentileza de wikipedia.