sábado, 11 de septiembre de 2010

No importa que el chopo sea blanco o negro, lo que importa es que de sombra

Parafraseando a Den Xiaoping, los chopos o álamos del barrio de Casa de Campo, el negro (Populus nigra) y el blanco (Populus alba) tienen ambos la virtud de proyectar una buena sombra, y de dar cobijo a otras formas de vida. Ambos constituyen, además, unas de las pocas especies de árbol autóctonas presentes en nuestras calles y jardines. Tanto el chopo blanco como el negro -quizás más este último- pueden encontrarse aguas arriba o abajo del Manzanares fuera de Madrid. Por lo que los ejemplares del barrio son un mínimo de vegetación que da continuidad a los bosques de ribera más o menos salvajes.

Chopo negro en Ribera del Manzanares

Los chopos negros, como los que hay en la Ribera del Manzanares, Aniceto Marinas y, sobre todo, en Comandante Fortea, son, junto con algunos plátanos de paseo (Platanus hybrida), los árboles más grandes del barrio. En consecuencia, son grandes albergadores de vida. Son algunos de los árboles favoritos para posarse y dormir varias especies de aves, como urracas, grajillas, palomas torcaces, estorninos negros, carboneros comunes, etcétera. A veces, incluso, he oído alguna oropéndola en la ribera. Y las he visto en la Casa de Campo.


Chopo blanco en la avenida de Valladolid
Ambos árboles coinciden, de forma natural, en una gran parte de Europa y el Norte de África. Si bien, el negro tiene preferencia por zonas más frescas que el blanco, que puede adentrarse, y de hecho lo hace, en los ríos que se pierden en el Sahara al sur del Atlas marroquí.

Identificar y distinguir ambas especies no es nada complicado. El negro tiene, como su nombre indica, una corteza negruzca o grisácea, con hojas acorazonadas, mientras que el blanco muestra la corteza de este color, con marcas o rayas grises, y hojas aovadas-lobuladas. En la imagen siguiente se ve con más claridad.


Hojas de chopo. Negro a la izquierda, blanco a la derecha.

Para quien tenga alguna duda en su identificación, la calle que une la avenida de Valladolid con Aniceto Marinas que hace esquina con una oficina de Caja Madrid y un concesionario de Land Rover, cuenta con árboles de ambas especies uno junto al otro.

Sin ánimo de despreciar la contribución de otras especies de árboles a la ribera del río, siento debilidad por esos grandes chopos negros que veo por encima de los tejados, y que me recuerdan que, aunque vivo en una ciudad, también lo hago en la ribera de un río, con su eterna chopera mecida por el viento.

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