lunes, 6 de septiembre de 2010

Azulones y foi-gras

Desde hace unas semanas un lustroso pato doméstico deambula por las aguas del Manzanares acompañando al resto de patos, todos ellos salvajes. Este pato doméstico pertenece a las razas (mayoritarias) que proceden del ánade real o azulón (Anas platyrhynchos), especie a la que pertenecen todos los demás patos que vemos en nuestro amado río.




Los aproximadamente 12.000 años transcurridos desde la domesticación del azulón, y su transformación paulatina en este rollizo pato blanco no les han separado lo suficiente como para no reconocerse, cuando menos, como primos. En todo caso, las diferencias son notables. Además de la gran diferencia de tamaño, y menores aptitudes o incapacidad para el vuelo, las diferencias en el comportamiento pueden ser aún más relevantes. Ignoro la procedencia de este nuevo inquilino domesticado, pero si en lugar de en Madrid se mostrase igual de confiado en un entorno menos urbanizado, su vida sería muy, muy breve.




Por el contrario, numerosas especies salvajes, como los azulones de nuestro barrio, poseen la capacidad de modificar su conducta según se encuentren en uno u otro contexto, y adaptarse así con éxito a los cambios que genera el hombre, además de los propios de la naturaleza. Lo que, en definitiva, quiero decir, es que los patos salvajes de nuestro barrio seguramente se mostrarán alerta  en otras zonas en las que los seres humanos y los perros no se limiten a observarlos con deleite, y sí a arrearles una perdigonada.





Para terminar, un par de apuntes: el ánade real o azulón -recibe este nombre por el espejuelo o mancha alar azul que muestra- es la única de las 28 especies de Anseriformes más o menos comunes en España que he visto en nuestro barrio. Los tarros canelos que se escapan del zoo y a veces nos sobrevuelan no los cuento. Que sólo gozemos de esta especie es lo normal, ya que es la más común en España (crían unas 32.000 parejas), y es poco exigente en cuanto a la calidad del hábitat.

El último apunte, éste no descriptivo, es que en mi opinión deberíamos mantener y mejorar las condiciones del Manzanares en Madrid para fomentar la presencia y cría de azulones (que ya se reproducen aquí, como pudimos ver esta primavera), así como esperar la futura presencia de otras anátidas, especialmente de invernada. -Cómo se puede hacer todo esto, lo dejo para otro día-. Y, en paralelo, no introducir o soltar de nuevo aves domésticas, sean patos, gansos o cisnes, que se retiraron con motivo de la epidemia de gripe aviar.

Creo que el esquema de patitos gordos a los que echar pan en los parques está más que superado, y no se puede comparar a la oportunidad de integrar a la naturaleza, en este caso en forma de patos salvajes, en nuestra ciudad. Los otros sólo me evocan al foi-gras.

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